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Sistema linfático

Visión general de la anatomía, función y las principales estructuras del sistema linfático.
Sistema linfático (perpectiva anterior)

El sistema linfático está compuesto de vasos y órganos especializados cuya función es permitir el retorno de la linfa desde los tejidos hacia el torrente sanguíneo.

El sistema linfático es considerado parte de los sistemas circulatorio e inmune. Las funciones del sistema linfático complementan a las del torrente sanguíneo, ya que regula el balance de fluidos en el cuerpo y filtra los patógenos para evitar que ingresen a la sangre.

A veces es difícil encontrar información completa en los textos, así que si deseas saber más sobre qué es el sistema linfático y sus partes, función y los órganos que lo componen, continúa leyendo.

En este artículo se discutirá la anatomía y las funciones del sistema linfático.

Puntos clave sobre el sistema linfático
Definición El sistema linfático corresponde a una red de órganos y vasos capaces de regular la cantidad de fluidos en el cuerpo humano y de defenderlo contra infecciones
Estructura Capilares linfáticos, vasos linfáticos, conductos, órganos linfáticos primarios y secundarios
Función Regulación del balance de fluidos, vigilancia inmunológica, transporte de macromoléculas
Correlaciones clínicas Diseminación del cáncer
Contenidos
  1. Anatomía
  2. Linfa
  3. Capilares linfáticos
  4. Vasos linfáticos
    1. Vasos linfáticos versus vasos sanguíneos
  5. Ganglios linfáticos
  6. Linfocitos
  7. Órganos linfáticos e inmunidad
    1. Órganos linfáticos primarios
    2. Órganos linfáticos secundarios
  8. Funciones
  9. Correlaciones clínicas
    1. Diseminación del cáncer
  10. Bibliografía
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Anatomía

El sistema linfático comienza con las redes capilares que recolectan el exceso de líquidos desde los tejidos.

La linfa viaja desde los tejidos a través de los vasos linfáticos más grandes hasta llegar a su punto de destino: el torrente sanguíneo. En el camino, atraviesa órganos linfoides ocupados por células inmunitarias que controlan si hay algún patógeno en la linfa entrante.

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Linfa

La linfa es un líquido claro y de color amarillo claro presente en la mayoría de los tejidos del cuerpo. Se genera como resultado de la filtración del plasma, el cual llega a los tejidos a través de los poros de la pared capilar para aportarles nutrientes. Tras nutrir a las células, la mayor parte del líquido se reabsorbe en los vasos sanguíneos, mientras que alrededor del 10% del líquido permanece en el tejido. Esa cantidad de líquido residual en los tejidos se denomina líquido intersticial. Cuando el líquido intersticial es absorbido por los capilares linfáticos, se convierte en linfa.

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Tal como el plasma sanguíneo, la linfa está compuesta principalmente por agua. Otros de sus componentes son proteínas, lípidos, glucosa, iones y células. Sin embargo, su composición varía según el lugar donde se produzca. Por ejemplo, la linfa producida en el sistema gastrointestinal es rica en grasas. El cuerpo de un individuo sano produce una media de 2 litros de linfa al día, pero esta cantidad puede variar mucho en condiciones patológicas.

Capilares linfáticos

Los capilares linfáticos son los vasos linfáticos más pequeños del sistema. Estos recogen el líquido intersticial proveniente de los tejidos y se organizan en redes denominadas plexos linfáticos. Los plexos convergen para formar vasos linfáticos más grandes que transportan la linfa desde los tejidos hasta el torrente sanguíneo.

Existen unos capilares linfáticos especiales denominados vasos linfáticos intestinales o lacteales, que absorben nutrientes desde el intestino delgado.

Vasos linfáticos

Los vasos linfáticos, a veces simplemente llamados linfáticos, se dividen en dos grandes grupos: superficiales y profundos. Los vasos linfáticos superficiales se ubican en la capa subcutánea de la piel, donde recogen la linfa de las estructuras superficiales del cuerpo. Tienden a seguir el drenaje del sistema venoso para finalmente drenar en los vasos linfáticos profundos. Los linfáticos profundos transportan la linfa desde los órganos internos, y a diferencia de los superficiales, discurren en compañía de las arterias. Estas arterias se apoyan en las paredes de los vasos linfáticos profundos, ejerciendo masaje y presión sobre ellos, ayudando así al flujo de la linfa.

Durante su trayecto, los linfáticos superficiales y profundos pasan a través de los ganglios linfáticos que controlan que la linfa no contenga patógenos potenciales. Los vasos linfáticos que llevan la linfa hacia el ganglio linfático se conocen como aferentes, mientras que los que la alejan del ganglio se denominan eferentes.

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Los vasos eferentes tributan en los troncos linfáticos, que se nombran según la región del cuerpo de la cual drenan la linfa. Hay cuatro troncos pares: lumbar, broncomediastínico, subclavio y yugular; y un tronco impar, el tronco linfático intestinal, que drena la linfa de la mayoría de los órganos del tracto gastrointestinal. Este conducto se abre en la cisterna del quilo (cisterna de Pecquet), una dilatación que existe aproximadamente a nivel de L2, y que marca el origen del conducto torácico.

Los troncos linfáticos convergen para formar los dos conductos linfáticos: el conducto linfático derecho y el conducto torácico.

Los conductos linfáticos drenan la linfa hacia las venas subclavias derecha e izquierda, que a su vez tributan en la vena cava superior.

Vasos linfáticos versus vasos sanguíneos

Los vasos linfáticos no deben confundirse con los vasos sanguíneos. En primer lugar, el sistema linfático es una vía unidireccional que comienza en los tejidos y se abre al sistema circulatorio en el otro extremo. En cambio, las venas y arterias del sistema circulatorio están conectadas entre sí por capilares y, por lo tanto, la sangre fluye en círculos. El sistema linfático no tiene una bomba que pueda regular la presión del flujo de la linfa como tiene el sistema circulatorio (el corazón). En su lugar, la linfa fluye gracias a los movimientos del cuerpo, la pulsación de las arterias y las contracciones de los músculos esqueléticos. Esto, sumado a las válvulas que impiden el flujo retrógrado, es lo que permite el movimiento anterógrado de la linfa.

Los vasos linfáticos se encuentran en todo el cuerpo, pero ten en cuenta que algunos tejidos y órganos carecen de ellos, por ejemplo, la epidermis, los cartílagos, la médula ósea y las estructuras del ojo.

Durante mucho tiempo se creyó que no había linfáticos en el sistema nervioso central, sin embargo ahora hay evidencia convincente de que sí existen en algunos sitios. Un dato interesante: Paolo Mascagni, un anatomista italiano, lo describió en detalle hace más de 200 años.

Ganglios linfáticos

Los ganglios linfáticos (linfonodos o nódulos linfáticos) son órganos linfáticos secundarios distribuidos por todo el cuerpo, agrupados según las regiones corporales en las que se encuentran (por ejemplo, ganglios linfáticos axilares, pélvicos, mediastínicos). Un humano adulto tiene un promedio de 450 ganglios linfáticos, la mayoría de los cuales se encuentran en el abdomen.

En su interior, los ganglios linfáticos contienen linfocitos y otras células del sistema inmune, como macrófagos, células plasmáticas y células dendríticas. Gracias a estas, los ganglios linfáticos sirven como un lugar de filtración para la la linfa antes de llegar al sistema venoso. En caso de que se detecte una partícula extraña en la linfa (por ejemplo, un microorganismo), se inicia la respuesta inmunitaria para evitar que la partícula dañina se disemine por todo el cuerpo.

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Linfocitos

Los linfocitos son una de las principales células inmunes del organismo. Se originan de las células madre de los órganos linfáticos primarios y son responsables de la denominada inmunidad adquirida. Tras su maduración, los linfocitos se distribuyen principalmente en los órganos linfáticos secundarios.

De acuerdo a su histología y características funcionales, los linfocitos se dividen en tres grandes grupos: linfocitos B, linfocitos T y Linfocitos NK (asesinos naturales o natural killers). Su función principal es establecer una respuesta inmunitaria específica frente a partículas extrañas (antígenos). Los linfocitos B destruyen los antígenos de forma indirecta, produciendo anticuerpos específicos de antígeno que se adhieren a los antígenos y los marcan para su destrucción. Por otro lado, los linfocitos T y los NK destruyen directamente las células cancerosas o infectadas por virus.

Órganos linfáticos e inmunidad

De acuerdo a su función y estructura, los órganos linfáticos pueden dividirse en dos grupos; órganos linfáticos primarios y secundarios.

Órganos linfáticos primarios

Los órganos linfáticos primarios sirven como sitio de formación y desarrollo de linfocitos. Existen dos órganos linfáticos primarios: la médula ósea y el timo. La médula ósea contiene las células madre de las cuales se originan los linfocitos. Los linfocitos B se desarrollan completamente en la médula ósea y los linfocitos T surgen de las células madre de la médula ósea, pero luego viajan al timo para completar su diferenciación.

El proceso de desarrollo de ambos tipos de linfocitos posee dos fases: la primera es una diferenciación y proliferación independiente de antígeno, tras la cual los linfocitos están preparados para reconocer un vasto número de antígenos. Luego, dentro de los órganos linfáticos secundarios, los linfocitos T y B sufren activación dependiente de antígeno.

Órganos linfáticos secundarios

Los órganos linfáticos secundarios son el bazo, las amígdalas (tonsilas), el apéndice, los ganglios linfáticos, el tejido linfoide asociado a las mucosas (MALT) y el el tejido linfoide asociado a las mucosas gástricas (GALT). Al terminar su maduración en los órganos linfáticos primarios, los linfocitos se ubican en zonas específicas de los órganos linfáticos secundarios, donde se encuentran con los antígenos por primera vez y experimentan el proceso de maduración final denominado activación dependiente de antígenos, mencionado anteriormente.

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Funciones

El sistema linfático posee varias funciones cruciales para el mantenimiento de la homeostasis corporal, entre las que se encuentran mantener el balance de fluidos del organismo, el transporte de macromoléculas y la vigilancia inmunitaria.

El balance de fluidos se mantiene drenando el líquido que sobra tras el intercambio de sangre y nutrientes entre los tejidos y los capilares (líquido intersticial). Si no se drena con regularidad, esta cantidad de líquido puede acumularse y causar edemas (aumento de volumen por retención excesiva de líquidos). La linfa también transporta macromoléculas, es decir, las moléculas que son demasiado grandes para difundirse a través de la pared capilar, como, proteínas o lípidos, y en especial los quilomicrones, que son moléculas que contienen productos grasos de la digestión. Debido a esto, el intestino delgado tiene un importante drenaje linfático, ya que es el lugar desde donde se absorben los lípidos y las proteínas durante la digestión de los alimentos.

Los órganos linfáticos albergan numerosas células del sistema inmunológico que vigilan el contenido de la linfa cuando esta se dirige hacia el sistema venoso. Si se detecta una partícula extraña, estas células inician una respuesta para destruir el patógeno y evitar la infección, diseminación y los daños subsecuentes. Un buen ejemplo de la vida real ocurre cuando sufrimos algún tipo de infección de la vía respiratoria alta, entonces los ganglios linfáticos de ciertas zonas de la cabeza y el cuello aumentan su volumen debido a que se encuentran luchando con los patógenos de la infección. Este es un signo clínico importante, y es comúnmente conocido como “ganglios inflamados”.

Recapitulemos las funciones del sistema linfático:

  • La función más conocida del sistema linfático es su papel en la regulación del balance de los fluidos corporales, devolviendo el exceso de líquido y proteínas al sistema venoso.
  • La linfa ayuda a las macromoléculas que no pueden difundirse a través de la pared capilar a entrar en la sangre, como las proteínas o los lípidos. Los quilomicrones son lipoproteínas sintetizadas en el intestino delgado como producto de la digestión y son transportadas por el sistema linfático.
  • El sistema linfático también tiene un papel importante en la vigilancia inmunológica y en la lucha contra los patógenos que se puedan encontrar en el cuerpo.

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Kim Bengochea Kim Bengochea, Universidad Regis, Denver
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