Video: Fosas craneales
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¿Cuál es la estructura que brinda apoyo y protección a nuestro cerebro, que tiene más agujeros que un trozo de queso suizo y que infunde miedo absoluto en el estudiante de anatomía? Eeehhh, ¿qué tal ...
Leer más¿Cuál es la estructura que brinda apoyo y protección a nuestro cerebro, que tiene más agujeros que un trozo de queso suizo y que infunde miedo absoluto en el estudiante de anatomía? Eeehhh, ¿qué tal el suelo de la cavidad craneal? Afortunadamente, aprender sobre esta intrincada parte de nuestra anatomía no tiene por qué ser desalentador y puede resultar más fácil dividiéndola en tres partes llamadas fosas craneales.
La base del cráneo forma la pared inferior de la cavidad craneal y comprende porciones de los huesos frontal, etmoides, esfenoides, temporal y occipital. Estos huesos forman las tres fosas craneales; anterior, media y posterior. No perdamos tiempo y comencemos estudiando la fosa craneal anterior, que puedes ver resaltada aquí. Esta es la porción de la base del cráneo que da soporte al lóbulo frontal del cerebro y está formada anteriormente por porciones del hueso frontal, medialmente por porciones del hueso etmoides y posteriormente por porciones del hueso esfenoides.
Comenzando con la contribución del hueso frontal a la formación de la fosa craneal anterior, podemos ver que una gran porción del suelo de la fosa craneal anterior está formado por la cara superior de las láminas orbitarias del hueso frontal. Anteromedial a las láminas orbitarias hay una cresta en la línea media conocida como cresta frontal, que proporciona una inserción para la hoz del cerebro. En el punto donde la cresta frontal se encuentra con el borde anterior del hueso etmoides, muy ocasionalmente puede estar presente un pequeño agujero conocido como foramen ciego. Cuando es permeable, da paso a una vena emisaria desde la cavidad nasal, que drena en el seno sagital superior.
Aquí hemos resaltado las partes del hueso etmoides que contribuyen a la fosa craneal anterior. Primero, identificamos el foramen etmoidal anterior, que es esta estructura bilateral que se ve aquí. Da paso a la arteria, las venas y el nervio etmoidal anterior desde la órbita hasta la fosa craneal anterior. También encontramos la lámina cribosa que tiene muchas aberturas pequeñas conocidas como forámenes de la lámina cribosa, que le dan una apariencia de colador. Estos permiten el paso de los haces de fibras olfatorias que se extienden desde el epitelio olfatorio de la mucosa nasal superior hasta el bulbo olfatorio que se encuentra en la parte superior de la lámina cribosa, las cuales transportan señales relacionadas con el sentido del olfato desde la cavidad nasal.
La siguiente estructura es la crista galli, que se traduce como cresta de gallo. Es una proyección ósea vertical gruesa, de forma triangular, desde la línea media de la lámina cribosa que también actúa como inserción para la hoz del cerebro. Como se mencionó anteriormente, la parte más posterior de la fosa craneal anterior está compuesta por partes del hueso esfenoides, que se puede ver aquí resaltado.
En el contexto de la fosa craneal anterior, vamos a identificar primero las alas menores del hueso esfenoides, que son estas láminas óseas pequeñas que vemos aquí. Estas se unen medialmente en el yugo esfenoidal, que es esta porción anterior plana de la superficie del cuerpo del hueso esfenoides.
Pasando a la fosa craneal media, este "cuenco" con forma de mariposa alberga los lóbulos temporales del cerebro, como se puede ver aquí. Podemos ver que el límite entre las fosas craneales anterior y media se puede trazar principalmente a lo largo de los márgenes posteriores de las alas menores del hueso esfenoides. La propia fosa craneal media está formada principalmente por partes del hueso esfenoides y los huesos temporales. Vamos a echar un vistazo.
Aquí puedes ver las partes del hueso esfenoides que contribuyen a la fosa craneal media, y vamos a comenzar con esta parte central que corresponde al cuerpo del hueso esfenoides. El primer punto de referencia que identificamos es la silla turca, que literalmente significa "silla de montar turca", y si la miras en un corte sagital, ciertamente podrás ver por qué.
La porción media y más profunda de la silla turca se conoce como fosa hipofisaria o pituitaria que, como su nombre indica, alberga la hipófisis, a la que conocemos más comúnmente como glándula pituitaria. Las paredes anterior y posterior de la silla turca se denominan tubérculo de la silla y dorso de la silla, respectivamente.
Anterior al tubérculo de la silla se encuentra una pequeña depresión conocida como el surco prequiasmático que alberga al quiasma óptico. Está rodeado a ambos lados por los conductos ópticos que dan paso a los nervios ópticos.
Los últimos reparos óseos que te mostraré en esta región del cuerpo del hueso esfenoides son los tres pares de procesos denominados; procesos clinoides anteriores, que se encuentran en el extremo medial de la cresta esfenoidal, los procesos clinoides medios que son continuos con el tubérculo de la silla y finalmente, los procesos clinoides posteriores que se extienden desde el dorso de la silla.
Moviéndonos lateralmente desde el cuerpo del hueso esfenoides, encontramos las alas mayores del hueso esfenoides, que son mucho más fuertes y más anchas que sus contrapartes menores y comprenden el tercio anterior de la porción lateral de la fosa craneal media.
Ahora pasemos a las partes del hueso temporal en la fosa craneal media, específicamente, la porción petrosa que contribuye a sus dos tercios posteriores. Te alegrará saber que aquí no hay muchos reparos óseos para identificar.
Primero, echemos un vistazo a esta depresión aquí conocida como la impresión trigeminal del hueso temporal. Este es el lugar donde el ganglio del trigémino o quinto par craneal se ubica. Además, tenemos la eminencia arcuata que es una prominencia redondeada en el aspecto superior de la porción petrosa del hueso temporal que marca la posición del conducto semicircular anterior del oído interno.
Ahora echemos un vistazo a los diversos agujeros dentro de la fosa craneal media a través de los cuales pasan importantes estructuras neurovasculares. Comenzando en las alas mayores, el más pequeño y lateral se conoce como foramen espinoso, este da paso a la arteria y la vena meníngea media, así como el ramo meníngeo del nervio mandibular.
Inmediatamente medial a él se encuentra el foramen oval, que da paso al nervio mandibular, la arteria meníngea accesoria, el nervio petroso menor y una vena emisaria.
Continuando anteromedialmente, podemos identificar el foramen redondo que da paso al nervio maxilar.
En dirección anteromedial, nos encontraremos con otro orificio llamado conducto óptico, que permite el paso del nervio óptico y la arteria oftálmica.
Ahora habrás notado que estos cuatro orificios están orientados aproximadamente a lo largo de una línea diagonal de lateral a medial en este orden: espinoso, oval, redondo y óptico.
Ahora, entre las alas mayor y menor, notarás una abertura alargada en forma de grieta. Esta es la fisura orbitaria superior y permite el paso hacia los ojos de varias estructuras importantes, como los nervios oculomotor, troclear y abducens, así como ramos de la división oftálmica del nervio trigémino, es decir, los pares craneales III, IV, V y VI – así como las venas oftálmicas.
Moviéndose posteriormente, inmediatamente medial al foramen oval, encontramos el foramen lacerum, ubicado entre los huesos esfenoides, temporal y occipital. En realidad, no es un verdadero agujero en el sentido de que en vida este se encuentra cerrado por cartílago y solo da paso a una pequeña cantidad de arterias y venas meníngeas; sin embargo, algunas estructuras como los nervios petrosos mayor y profundo lo cruzan horizontalmente.
Inmediatamente posterolateral al foramen lacerum o rasgado se encuentra el orificio interno del conducto carotídeo, el conducto donde ingresa la arteria carótida interna al cráneo. Desde este se extiende el surco carotídeo que marca el camino de la arteria carótida interna después de ingresar a la cavidad craneal.
Afortunadamente, eso es casi todo lo que hay que identificar en la fosa craneal media. Así que ahora echemos un vistazo a la fosa craneal posterior, la sección de la base del cráneo que alberga el cerebelo y el tronco encefálico. Está compuesto principalmente por los huesos occipital y temporal y está limitado anteriormente a ambos lados por el borde superior de la porción petrosa del hueso temporal, que se conoce como cresta petrosa.
Al observar las contribuciones del hueso temporal a la fosa craneal posterior, podemos ver que involucra principalmente la cara posterior de la porción petrosa y te alegrará saber que solo hay un reparo óseo que debemos identificar esta vez, que es el conducto auditivo interno que da paso a los nervios vestibulococlear y facial, así como a la arteria y venas laberínticas del oído interno.
Ahora veamos las contribuciones del hueso occipital que forma la porción más grande de la fosa craneal posterior. Lo primero que puedes notar son estas impresiones pareadas en forma de cuenco que se ven aquí. Estas son las fosas cerebelosas que albergan los hemisferios cerebelosos izquierdo y derecho. La cresta entre las dos fosas que se ve aquí es la cresta occipital interna que proporciona unión a la hoz del cerebelo que separa los hemisferios cerebelosos.
En su extremo posterior, la cresta occipital interna se fusiona con los surcos de los senos transverso y sagital superior para formar una elevación en forma de cruz conocida como eminencia cruciforme. En su centro presenta una proyección ósea adicional conocida como protuberancia occipital interna.
Cambiemos nuestro enfoque por un momento a la parte más anterior del hueso occipital conocida como porción basilar. Esta se une al cuerpo del hueso esfenoides y contribuye a la región craneal conocida como clivus que se extiende desde el dorso de la silla turca hasta el foramen magno sobre el que se encuentra el tronco encefálico.
Existen cuatro orificios principales dentro de la fosa craneal posterior a tener en cuenta. El más obvio es, por supuesto, el foramen magno, que se traduce como "gran agujero". Probablemente ya sepas que sirve como punto de referencia y punto de paso del tronco encefálico en su transición hacia la médula espinal. Está rodeado a cada lado por dos pequeñas aberturas conocidas como conductos del hipogloso que, como su nombre lo indica, transmiten los nervios hipoglosos.
Si luego observamos un poco más lateralmente, encontramos otro conjunto de orificios de forma irregular que se ven aquí a lo largo del borde entre los huesos occipital y temporal. Estos se conocen como forámenes yugulares. Debido a su nombre, es fácil recordar de que cada uno de ellos da paso a la vena yugular interna, pero también transmite los nervios glosofaríngeo, vago y accesorio.
Y eso nos lleva al final de este videotutorial sobre las fosas craneales. Espero que hayas disfrutado este videotutorial repleto de contenido. Para fortalecer tu conocimiento y repasar lo que aprendimos hoy, revisa nuestros cuestionarios, galerías del atlas y otros recursos de aprendizaje sobre este tema en nuestra unidad de estudio sobre las fosas craneales.
¡Nos vemos pronto!