Video: Huesos de la órbita
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La mayoría de nosotros hemos visto alguna película de piratas en algún momento de nuestras vidas. Ya sabes; grandes barcos piratas antiguos con enormes velas, personajes interesantes con nombres ...
Leer másLa mayoría de nosotros hemos visto alguna película de piratas en algún momento de nuestras vidas. Ya sabes; grandes barcos piratas antiguos con enormes velas, personajes interesantes con nombres extraños y, por supuesto, la clásica bandera de piratas, con una calavera blanca y órbitas vacías, algunas veces cubierta con un parche en lo que sería el ojo... Soy Ramses de Kenhub, y probablemente ya sabes que no vamos a hablar de piratas, sino sobre esas espeluznantes órbitas del ojo, y a pesar de que se presentan de forma tan simplista en la clásica bandera pirata, estas formaciones óseas tienen de hecho, una arquitectura muy compleja.
Por ejemplo, ¿sabías que la órbita en realidad está formada por 7 huesos diferentes? Estos forman una especie de delicada caverna que alberga al globo ocular junto con sus músculos, nervios y vasos sanguíneos adyacentes. Puedes estar pensando “Por Barbanegra, esto sí se ve complicado”. Pero no te preocupes, este videotutorial demostrará ser un tesoro anatómico, así que quédate conmigo mientras exploramos los huesos de la órbita.
Como habrás notado, el videotutorial de hoy es sobre los huesos de la órbita, una cavidad incompleta que rodea a los tejidos blandos que forman el ojo. Como otras cavidades óseas, la función de la órbita es proporcionar un entorno estable para el globo ocular y sus estructuras adyacentes.
Para darte una visión general de lo que estudiaremos hoy, comenzaremos identificando los huesos que forman parte de la órbita individualmente, junto con algunos puntos de conexión entre sí. Luego te llevaré a través de cada hueso en detalle, reconociendo sus partes específicas, reparos anatómicos y caras, que contribuyen a las paredes de la órbita. También veremos los orificios y pasajes existentes en la órbita ósea que aquí se conocen como forámenes y fisuras, y que permiten el paso de nervios y vasos sanguíneos. Finalmente, terminaremos llevando nuestro conocimiento anatómico a la vida real mediante algunas correlaciones clínicas.
Comencemos nuestro videotutorial de hoy identificando los huesos del cráneo que contribuyen a formar la órbita del ojo. Comenzando en la porción o aspecto superior, la órbita está formada por el hueso frontal. Continuando hacia medial, encontraremos al hueso maxilar, que contribuye a gran parte del esqueleto facial anterior así como a la porción inferomedial de la órbita. Luego, hemos resaltado al hueso cigomático, también conocido como hueso del pómulo, que forma gran parte de la porción inferolateral de la órbita. Estos tres huesos en conjunto contribuyen en gran parte a la formación de la cavidad orbitaria anterior, formando lo que conocemos como el borde orbitario.
Si continuamos hacia dentro de la órbita, encontraremos varios huesos más que también contribuyen a la formación de sus paredes, por ejemplo el hueso esfenoides, visto aquí formando la parte posterior de la órbita. También tenemos varios huesos más pequeños que contribuyen a las caras internas de la órbita. Estos son los huesos palatino, lagrimal, etmoides. Como lo mencioné, veremos cada uno de estos huesos con más detalle, especialmente las partes de ellos que contribuyen a la formación de la órbita. Así que no perdamos más tiempo y comencemos con nuestro primer hueso de interés, el hueso frontal.
Ya comenté que el hueso frontal es el gran hueso con forma de cúpula de la frente, pero, por supuesto, esa no es la única región que forma. Ya que nos enfocamos en la órbita, concentraremos nuestra atención en la porción más inferior del hueso frontal, que es apropiadamente conocida como la cara orbitaria u horizontal.
Si realizamos un corte sagital del hueso frontal, podemos conseguir una mejor imagen de esta porción del hueso. La mayor parte de la cara orbitaria del hueso frontal contribuye a lo que conocemos como lámina orbitaria. Es una superficie horizontal del hueso que separa la órbita del lóbulo frontal del cerebro. Su cara superior contribuye a la formación del piso de la fosa craneal anterior. Su cara inferior es llamada cara orbitaria y forma la cara superior o techo de la cavidad orbitaria. Así que cuando veamos una perspectiva anterior nuevamente, ya sabremos que esa porción específica del hueso frontal que forma el techo de la órbita es la cara orbitaria.
Déjame señalar algunos otros reparos anatómicos del hueso frontal antes de continuar.
El primero es el proceso cigomático, que es la extensión inferolateral del hueso frontal visto aquí en verde. Y fiel a su nombre, esta parte del hueso frontal es la que se articula con el hueso cigomático, al cual le daremos un vistazo más de cerca en un momento. Continuando medialmente, tenemos lo que es conocido como borde supraorbitario, que marca el límite superior de la órbita. El borde supraorbitario está perforado por un pequeño agujero llamado foramen supraorbitario, que da paso a los vasos y nervios supraorbitarios mientras transcurre superiormente hacia la frente. Debemos recordar que el foramen supraorbitario puede ser incompleto, lo que significa que podría verse como una depresión en el margen supraorbitario en lugar de un agujero o foramen definido, denominado en este caso incisura supraorbitaria.
Eso es todo lo que necesitas saber sobre el hueso frontal por ahora. Continuemos hacia medial en la órbita para ver el siguiente hueso de interés, el hueso maxilar.
El hueso maxilar es un hueso bilateral o pareado que forma gran parte del esqueleto facial anterior y tiene varias funciones, como dar sostén a la raíz de los dientes del maxilar formando el paladar duro y los orificios nasales, además contribuye con el piso y la porción inferomedial de la órbita, como puedes ver en la ilustración. La porción superior del hueso maxilar presenta dos procesos. El primero de estos es el proceso frontal, que es una proyección ósea prominente que se extiende superior y posteriormente desde el hueso maxilar por el lado de la nariz. Forma el borde lateral del puente de la nariz donde su borde medial se articula con el hueso nasal. Su borde superior se articula con el hueso frontal, de ahí su nombre, y esta articulación se conoce específicamente como sutura frontomaxilar. Hacia posterior, el proceso frontal del maxilar se articula con el hueso lagrimal, que veremos más adelante.
Como también puedes ver en la ilustración, el borde lateral del proceso frontal forma el borde inferomedial del borde orbitario. El aspecto anterolateral del proceso frontal está marcado por una cresta bien definida, que es conocida como la cresta lagrimal anterior. Esta forma el borde lateral de la fosa lagrimal, que da sostén al saco lagrimal. Si ves el proceso frontal desde su aspecto lateral, podrás notar una pequeña hendidura llamada surco lagrimal donde el hueso lagrimal se articula con el proceso frontal.
Si continuamos hacia medial alrededor del borde infraorbitario, verás una pequeña abertura en la cara anterior del hueso maxilar conocida como foramen infraorbitario que da paso al nervio infraorbitario, un ramo del nervio maxilar y a los vasos sanguíneos infraorbitarios.
Si dirigimos nuestra atención ahora al interior de la cavidad, podemos ver la cara orbitaria del maxilar aquí, que contribuye significativamente con el piso de la órbita, además actúa como el techo del seno maxilar ubicado dentro del hueso maxilar.
La porción posterior del piso de la órbita está definido por una pequeña depresión conocida como el surco infraorbitario, que da paso a los vasos y nervio infraorbitarios. El surco infraorbitario se continúa en el piso de la órbita como el conducto infraorbitario antes de terminar en la cara anterior o facial del hueso maxilar en el foramen infraorbitario, que ya discutimos anteriormente.
Continuemos ahora con el siguiente hueso de interés, el hueso cigomático.
También conocido como hueso malar, el hueso cigomático está ubicado en la porción superior y lateral de la cara lateral del hueso maxilar y forma la prominencia de las partes de la mejilla, de la pared lateral y el piso de la órbita y partes de la fosa temporal e infratemporal. Como puedes ver, completa el borde orbitario entre los huesos frontal y maxilar. Se articula con el hueso maxilar por medio de la sutura cigomáticomaxilar y con el hueso frontal por medio de la sutura frontocigomática.
Si con tu dedo sigues a lo largo del borde orbitario lateral, serás capaz de sentir una pequeña elevación conocida como el tubérculo orbitario, que sirve como un punto de inserción para varios tejidos blandos de la órbita. Dentro de la cavidad orbitaria, podemos ver al hueso cigomático también contribuyendo en la formación del piso y las paredes laterales de la órbita, y similar a los dos huesos previos que hemos visto, la superficie del hueso cigomático se conoce como cara orbitaria.
Y con eso, hemos terminado de explorar los huesos que forman la porción anterior de la órbita. Llevemos nuestra atención ahora a la pared posterior de la órbita y echemos un vistazo a los huesos que se unen para formarla.
Primero está el hueso esfenoides, un hueso grande e irregular que contribuye a la formación de las cavidades orbitaria y craneal. Su forma de alguna manera recuerda una mariposa o un murciélago con las alas extendidas, como puedes ver en la ilustración, tiene varios procesos y reparos anatómicos que le dan su forma inusual. Por supuesto, hoy solo veremos las partes del hueso que contribuyen específicamente a la pared orbitaria, y si vemos el hueso esfenoides in situ, veremos exactamente cuáles son estas partes.
Nuestra primera área de interés es el ala mayor del hueso esfenoides, que puedes ver resaltada de verde en ambas ilustraciones, o más específicamente, las caras orbitarias del ala mayor del hueso esfenoides. Si volvemos a centrar nuestra atención en el hueso esfenoides in situ, podemos ver al ala mayor formando una gran porción de la pared posterior de la órbita.
La otra porción del hueso esfenoides que vamos a aprender está ubicada ligeramente superior a las alas mayores. Hablamos de las alas menores del hueso esfenoides. Estas también contribuyen a la pared posterior de la órbita, aunque menos que sus contrapartes más grandes. Un reparo anatómico de importancia cercano al ala menor es el conducto óptico, que puedes ver aquí anteroinferior al ala menor. El conducto óptico da paso al nervio óptico y a la arteria oftálmica, mientras forman camino hacia el globo ocular. Algunos músculos extraoculares también tienen su origen cerca de este reparo.
Un poco lateral al conducto óptico, puedes ver un orificio un poco grande, o más bien una hendidura, entre la cara orbitaria de las alas menores y mayores del hueso esfenoides. Esta se conoce como fisura orbitaria superior. Esta da paso a varias estructuras anatómicas significativas como las divisiones superior e inferior del nervio oculomotor, el nervio troclear, algunos ramos del nervio oftálmico, el nervio abducens, así como las venas oftálmicas superior e inferior.
Ahora, si tienes una fisura orbitaria superior, eso significa que también existe una fisura orbitaria inferior, que es la hendidura que se encuentra resaltada en verde aquí. Está formada en gran parte por la abertura que se encuentra entre el ala mayor del hueso esfenoides y la cara orbitaria del hueso maxilar. Por aquí también pasan varias estructuras como el ramo cigomático del nervio maxilar, el nervio infraorbitario, y la arteria y vena infraorbitarias. Esta última es tributaria de la vena oftálmica inferior.
Hemos hablado sobre los principales huesos que contribuyen a la formación de las paredes de la cavidad orbitaria, y ahora revisaremos rápidamente algunos de los pequeños huesos que llenan los espacios de la órbita.
El primero de estos es este de aquí, el hueso etmoides, y ahora estamos viendo específicamente lo que se conoce como la lámina orbitaria del hueso etmoides. El hueso etmoides está ubicado centralmente dentro del cráneo, y como el esfenoides, contribuye en la formación de la pared medial de ambas órbitas, derecha e izquierda. Se articula superiormente con el hueso frontal, y es aquí donde encontrarás otros dos forámenes pequeños que perforan la pared orbitaria, que son los forámenes etmoidales anterior y posterior, y como los otros forámenes y fisuras que hemos visto hasta ahora, estos también dan paso a estructuras neurovasculares desde la cavidad craneal. En este caso, hablamos sobre los nervios y arterias etmoidales anterior y posterior.
Ligeramente inferior a la lámina orbitaria, verás otra pequeña estructura ósea que se encuentra en la pared posterior de la órbita, conocida como el proceso orbitario del hueso palatino. Esta es la porción más superior de la lámina vertical del hueso palatino y como ya vimos, se articula superiormente con la lámina orbitaria del hueso etmoides, inferiormente con la cara orbitaria del hueso maxilar y posteriormente contribuye a formar la fisura orbitaria inferior.
Y eso nos lleva al último hueso de este videotutorial que es el hueso lagrimal. El hueso lagrimal es un hueso pareado o bilateral que contribuye a la pared medial de la órbita. Como puedes ver en la ilustración, su cara orbitaria es relativamente pequeña y de forma casi rectangular. Presenta un reparo anatómico de interés para nosotros, que es este de aquí, la cresta lagrimal posterior. La cresta lagrimal forma el borde posterior del surco lagrimal, que mencionamos anteriormente cuando hablamos sobre el hueso maxilar.
Y eso es todo. Hemos explorado y estudiado cada uno de los huesos del cráneo que en conjunto forman la órbita.
Espero que aún continúes aquí porque ahora aplicaremos todo ese conocimiento de los huesos de la órbita a un ámbito clínico con nuestras correlaciones clínicas.
Ya que hemos hablado sobre los huesos de la órbita, probablemente no te sorprenderá que nuestra correlación clínica esté relacionada a una fractura de los huesos de la órbita, conocida específicamente como fracturas orbitarias por estallido, o blowout en inglés. Este es el tipo más común de fractura orbitaria y es el que sucede más como resultado de traumas del esqueleto facial, lo cual podría explicar por qué es más frecuente entre los hombres jóvenes. Muy a menudo una fractura por estallido se da en las paredes inferior o medial de la órbita. En el caso de fractura de la pared orbitaria inferior, la grasa orbitaria puede prolapsar hacia el seno maxilar subyacente, a veces en compañía del músculo recto inferior. Las fracturas de la pared medial muestran una patología similar en cuanto a la grasa orbitaria y el músculo recto medial prolapsando hacia las celdillas etmoidales.
Clínicamente, la condición presenta disminución de la agudeza visual en el ojo afectado, equimosis, es decir un moretón alrededor de la órbita y edema, disfunción pupilar, dolor, desalineación ocular y a la palpación un desnivel en el margen inferior. Las fracturas por estallido pueden ser diagnosticadas usando rayos X; sin embargo, una tomografía computarizada es la modalidad de elección si posible ya que permite no solamente una evaluación de alguna lesión ósea sino también de hemorragia intraorbitaria, lesión o ruptura del globo ocular, condición de los músculos extraoculares e indicios de prolapso de la grasa orbitaria.
En general, el tratamiento de las fracturas orbitarias tiende a ser conservador mientras que la cirugía o reconstrucción se reservan para casos más severos donde el riesgo de deterioro de las estructuras oculares es mayor. Cuando se requiere cirugía, se tiende a diferir tanto como sea posible para permitir una mejor evaluación del daño una vez que la hinchazón inicial ha disminuido.
¡Y eso es todo! Llegamos al final de nuestro videotutorial sobre los huesos de la órbita. Terminemos con el resumen de lo que hemos hablado hoy.
Comenzamos con la pared superior o techo de la cavidad orbitaria, donde estudiamos el hueso frontal, el gran hueso de la frente. Identificamos varias partes y reparos anatómicos relevantes del hueso frontal perteneciente a la órbita, entre ellos la cara orbitaria del hueso frontal, el borde orbitario superior, el proceso cigomático que se articula con el hueso cigomático en la sutura frontocigomática, y finalmente, el foramen o incisura supraorbitaria que da paso a los vasos sanguíneos y nervios supraorbitarios.
Luego continuamos con el hueso maxilar, que contribuye con las paredes orbitarias medial e inferior, además de la porción medial del piso de la órbita. Una vez más, vemos algunos reparos anatómicos importantes de este hueso que contribuye a la formación de la órbita como el proceso frontal del maxilar que se articula con el hueso frontal en la sutura frontomaxilar; la cresta lagrimal anterior, un reparo del proceso frontal; el borde orbitario inferomedial, y la cara orbitaria del maxilar con su reparo óseo más prominente aquí conocido como el surco infraorbitario, que se proyecta en la forma de conducto infraorbitario a través del hueso maxilar antes de abrirse aquí en el foramen infraorbitario.
Nuestro siguiente hueso de interés fue el hueso cigomático o pómulo, otro hueso bilateral del esqueleto facial. Este contribuye con la porción inferolateral de la órbita por el borde orbitario inferolateral y la cara orbitaria.
Después de estudiar estos tres huesos anteriores de la órbita, desviamos nuestra atención hacia los huesos que forman las paredes posterior y medial de la cavidad orbitaria, comenzando con el hueso esfenoides. Aquí identificamos las alas mayores del hueso esfenoides; específicamente, su cara orbitaria, que contribuye con la pared posterior de la órbita. Inmediatamente superior a las alas mayores están las alas menores, que también pueden ser vistas parcialmente en la pared orbitaria posterior y cuando estudiamos las alas mayores del esfenoides, identificamos dos hendiduras conocidas como las fisuras orbitarias superior e inferior, que se encuentran junto a los bordes superior e inferior del ala mayor.
Luego estudiamos el hueso etmoides, ubicado centralmente también y que contribuye en la formación de ambas órbitas izquierda y derecha por medio de sus láminas orbitarias que se ubican en las caras laterales del hueso. Finalizamos con dos huesos más pequeños, que son el hueso palatino, un hueso pareado bilateral cuyo proceso orbitario contribuye a una pequeña porción de la pared orbitaria inferior; y finalmente, el hueso lagrimal, otro hueso bilateral, que se caracteriza principalmente por una gran cresta en su cara anterior, la cresta lagrimal posterior.
Finalmente, vimos las fracturas orbitarias por estallido o blowout en nuestra sección de correlaciones clínicas.
Y eso es todo. Hemos terminado. Espero que hayas disfrutado deleitando tus ojos con la órbita. Por favor asegúrate de correr la voz sobre los increíbles videotutoriales de Kenhub y hasta la próxima. ¡Feliz estudio!