Video: Articulación de la rodilla
Estás mirando una vista previa. Suscríbete a Premium para acceder al video completo: Vista sagital de la articulación de la rodilla mostrando las articulaciones patelofemoral y tibiofemoral.
Unidad de estudio relacionada
Artículos relacionados
Transcripción
Cuando salimos a trotar un lindo sábado en la mañana, la mayoría de nosotros tendemos a pasar el rato pensando en la semana que acaba de pasar, o quizás en el fin de semana que se acerca, o en lo que ...
Leer másCuando salimos a trotar un lindo sábado en la mañana, la mayoría de nosotros tendemos a pasar el rato pensando en la semana que acaba de pasar, o quizás en el fin de semana que se acerca, o en lo que esté pasando en nuestras vidas, ¿verdad? Probablemente lo último que tengas en la mente son las articulaciones que hacen posible que estés corriendo en primer lugar. Articulaciones como la cadera, rodilla, y tobillo.
Correr puede pasar factura a estas articulaciones, así que, aunque estén hechas para moverse, también necesitan bastantes refuerzos para protegerlas del desgaste. Tal vez la articulación más compleja y susceptible de lesiones sea la rodilla. ¿Pero por qué? ¿A lo mejor su anatomía tiene algo que ver? Averigüémoslo en este videotutorial en el que exploraremos exactamente la articulación de la rodilla.
Comencemos rápidamente con un repaso de algunas de las cosas emocionantes que cubrirá este tutorial. Iniciaremos revisando los huesos que componen esta articulación. Aprenderemos acerca del extremo distal del fémur, la parte proximal de la tibia, y la patela junto con otros reparos óseos asociados a la rodilla. Luego, aprenderemos que puede haber articulaciones dentro de una articulación. Este corte sagital nos permitirá ver las estructuras más profundas de la articulación de la rodilla, específicamente, estructuras que componen la superficie articular de la rodilla, al igual que algunos ligamentos, tendones, y tejidos blandos. Después aprenderemos cómo los tejidos blandos le proporcionan estabilidad a la rodilla. Luego, veremos qué músculos movilizan esta articulación y qué movimientos es capaz de hacer. Desde aquí, revisaremos rápidamente la inervación y suministro vascular de la articulación, para finalizar con algunas correlaciones clínicas sobre las enfermedades y traumas más comunes
¿Qué te parece mi plan? ¡Genial! Empecemos.
Primero, quiero empezar nuestra observación de la rodilla revisando los tres huesos que contribuyen a formar esta estructura. Aquí tenemos al fémur, a la tibia, y acá a la patela. Estoy seguro de que notaron a este pequeño amigo allá abajo, esta es la fíbula; sin embargo, realmente no forma parte de la articulación de la rodilla, por lo cual no hablaremos mucho de ella, pero, la volveremos a ver cuando hablemos acerca de los músculos que mueven esta articulación, ya que es un importante sitio de inserciones musculares.
Veamos más de cerca los huesos que sí se relacionan con la articulación. Empecemos con el fémur. Puedes ver aquí, que el extremo proximal del fémur se articula con el acetábulo, pero enfoquémonos en el tema de hoy y acerquémonos al extremo distal, para que podamos ver los reparos óseos importantes de la rodilla. Empecemos con lo más obvio. Esta sección larga y delgada, es la parte distal del cuerpo del fémur. Puedes notar que tiene surcos o líneas levantas en la superficie posterior. Estas son las líneas supracondíleas lateral y medial del fémur. El sitio más proximal donde se unen, es denominado línea áspera. El extremo distal del fémur se ensancha para permitir una mejor distribución del peso, ya que es una superficie de soporte de carga. Está formado por dos partes redondeadas llamadas cóndilos medial y lateral. Notarás que por anterior, los dos cóndilos son continuos pero están delimitados por un pequeño surco llamado surco intercondíleo. En su superficie posterior, están separados por la fosa intercondílea. Miremos a los cóndilos más de cerca.
En el cóndilo medial, encontrarás una protuberancia ósea llamada epicóndilo medial. Hay una protuberancia aún más pequeña en él llamada tubérculo del aductor, donde se inserta la parte isquiotibial del músculo aductor mayor. En el cóndilo lateral, hay una protuberancia similar pero más pequeña que se llama.. ¡adivinaron! epicóndilo lateral. Es un poco más pequeña que el epicóndilo medial y es el punto donde se inserta el ligamento colateral fibular. Finalmente, tenemos la superficie articular que se divide en, la carilla patelar y cara tibial. Ahora sigamos con el segundo hueso más largo del cuerpo, la tibia. Vayamos directamente a su extremo proximal porque sabemos que esta es la parte relacionada con la articulación de la rodilla. Similar al fémur, la tibia tiene un cuerpo estrecho y un extremo proximal ensanchado para soportar peso. Igual al fémur, el extremo proximal está formado por dos cóndilos. Aquí puedes ver el cóndilo medial, y aquí puedes ver resaltado el cóndilo lateral. Cada uno de estos cóndilos tiene una superficie articular que articula con el cóndilo del fémur correspondiente, y juntos, a estos también se les conoce como carilla articular superior de la tibia o platillos tibiales, especialmente en un contexto clínico. Las dos superficies están separadas por un área intercondílea irregular, no articular, con un área rugosa y levantada que se llama eminencia intercondílea. Justo debajo de los cóndilos, en la superficie anterior, encontramos una protuberancia ósea llamada tuberosidad tibial. Es un punto de inserción muy importante, del cual aprenderemos un poco más adelante. Debemos mantener algo de suspenso ¿verdad?
Hemos llegado a nuestro último hueso de la articulación de la rodilla, y este es la patela, también conocida como rótula; y qué hueso tan curioso. Es el hueso sesamoideo más grande del cuerpo, lo que significa que está integrado en un tendón. En este caso, es al tendón del cuádriceps femoral, el cual posiciona a la patela justo por delante de los cóndilos femorales. Su borde superior es curvo mientras que su borde inferior termina en punta, lo que hace que parezca una lágrima al revés. La superficie posterior de la patela contiene una superficie articular ovalada cerca de su borde superior. Está dividida en dos caras articulares por un cresta vertical que reposa sobre el surco intercondíleo, en la superficie anterior del fémur distal. Cada una de estas caras articula con la carilla patelar de ambos cóndilos femorales.
Terminamos con los huesos de la articulación de la rodilla, pero ¿cómo se mueven? ¿Cómo pueden soportar el peso de todo el cuerpo? Puede ser más fácil responder estas preguntas si hacemos un corte a través de la articulación y miramos qué hay dentro. ¡Uf, eso fue un trabajo difícil!
En primer lugar, resaltemos algunas estructuras óseas que ya conocemos. Aquí tenemos nuestro fémur, tibia, con su tuberosidad tibial, y finalmente, nuestra pequeña patela. Ahora, donde realmente creo que será de gran ayuda este corte sagital, es para aprender acerca de las superficies articulares. Aquí, he resaltado en verde todas las superficies articulares involucradas en la articulación de la rodilla. Había mencionado que la superficie articular del fémur se divide en la carilla patelar y la cara tibial; y es aquí donde creo que puede ser confuso, especialmente, si solo estás mirando la rodilla desde anterior o posterior. La rodilla es una articulación compuesta, así que, esencialmente tenemos dos articulaciones separadas. Hemos resaltado la articulación patelofemoral en verde y la articulación tibiofemoral en azul, para ayudarte a distinguirlas. Primero, hablemos de la articulación patelofemoral.
La articulación patelofemoral es una de esas cosas un poco peculiares del cuerpo. Es una articulación deslizante o plana; esto simplemente quiere decir que se desliza, hacia arriba y hacia abajo, sobre la superficie articular del fémur. La superficie articular patelar es facetada y ligeramente irregular, lo que resulta en diferentes grados de contacto durante el movimiento articular. Cuando la rodilla está extendida, la faceta medial de la patela estará en contacto con la parte inferior del cóndilo medial del fémur. Mientras que cuando está flexionada, la faceta lateral estará en contacto con la parte superior del cóndilo lateral del fémur, lo que produce el mayor grado de contacto; y esto es indicativo de las fuerzas que actúan sobre la articulación. Mientras está flexionada, la articulación se encuentra bajo el mayor grado de presión, por lo que se requiere el mayor contacto posible para una distribución equitativa de la fuerza. De hecho, la presión ejercida sobre la patela en la articulación patelofemoral es tan grande, que debido a esto, la superficie articular patelar tiene el cartílago hialino más grueso de todo el cuerpo.
Te puedes estar preguntando ¿Por qué? ¿Por qué necesitamos la patela y su articulación con el fémur distal? Pues, está ahí para ayudarnos a extender la rodilla. Aumenta el ángulo en el cual el tendón del cuádriceps actúa sobre la articulación de la rodilla; lo que mejora la eficiencia de la palanca que actúa sobre la articulación, y así, resulta en menos fuerza necesaria para extender la rodilla de la que necesitaría si tuviera menos apalancamiento. ¿Quién creería que tendríamos una pequeña lección de física mientras estudiamos anatomía? Continuemos con el siguiente elemento de nuestra articulación compuesta, la articulación tibiofemoral. Es un poco más complicada que la articulación patelofemoral, pero juntos, la comprenderemos.
Primero lo primero, esta articulación en realidad tiene dos partes. Hay dos articulaciones separadas entre las superficies articulares tibiales y los cóndilos femorales correspondientes. Su característica principal es su incongruencia o, en términos simples, que no encajan bien. Si miras el corte sagital, notarás que el área de contacto entre las superficies articulares no es tan grande. Si lo comparas con alguna otra articulación del cuerpo, por ejemplo con la articulación del codo, donde las superficies articulares encajan casi como dos piezas de rompecabezas; te darás cuenta de lo inestable que realmente es esta articulación. Se clasifica como una articulación de bisagra, y como otras de este tipo en el cuerpo, se mueve a lo largo de un solo eje. Esto resulta en que los movimientos principales de esta articulación sean la flexión y extensión. Pero debido a su forma, un pequeño grado de rotación interna y externa también es posible, lo que significa rotación de la tibia contra el fémur cuando la rodilla está flexionada, por lo que muchos autores prefieren clasificarla como una articulación condílea. Ocurre una rotación terminal aproximadamente de cinco a diez grados para alcanzar una extensión completa, pero volveremos a eso más adelante.
Bien, ahora, ¿cómo son capaces todas estas partes de la articulación para moverse entre sí con tanta facilidad? La respuesta es simple, es una articulación sinovial. Como probablemente ya lo sabes, una articulación sinovial consta de superficies articulares recubiertas con cartílago hialino, con una pequeña cavidad articular entre ellas. Esta cavidad está llena de líquido sinovial, el cual lubrica la articulación y está encapsulado por una membrana sinovial, la cual estoy resaltando en azul. Te estarás preguntando ¿cómo es que una articulación tan inestable no colapsa? Pues es gracias a los ligamentos. Por conveniencia, vamos a dividir los ligamentos de la rodilla entre los internos y externos. Esto lo basamos en donde se ubican con respecto a la cápsula fibrosa articular de la articulación de la rodilla. Debido a esa relación, también se les refiere como ligamentos intracapsulares o extracapsulares. Así que tiene sentido que demos un vistazo a la cápsula articular antes de continuar con los ligamentos.
La cápsula articular encierra la articulación de la rodilla de una manera bastante laxa, así que nos toparemos con prácticamente todos los ligamentos externos que veremos. En realidad, la cápsula consta de dos partes. Ya hemos hablado acerca de la membrana sinovial, la cual rodea el espacio articular y constituye la parte interna; y aquí, estamos viendo la cápsula fibrosa externa resaltada en verde. Ahora puedes ver la cápsula articular desde el aspecto posterior de la rodilla. Por posterior, la cápsula se extiende desde los márgenes articulares de los cóndilos femorales y la fosa intercondílea, hasta los cóndilos tibiales; y cubre el aspecto posterior de la articulación en su totalidad. Se mezcla hasta cierto punto con los ligamentos poplíteos oblicuos y arcuato, que veremos más adelante.
Hay una pequeña abertura a la altura del cóndilo lateral que permite el paso del tendón del músculo poplíteo. Por anterior, es un poco diferente, ya que la cápsula está formada por el tendón del cuádriceps, la patela, el ligamento patelar, y los retináculos de la patela, que a su vez están formados por las expansiones del vasto medial y lateral Te podrás estar preguntando ¿qué son todas estas estructuras? Pues, ¡averigüémoslo!
Empecemos con el ligamento patelar. Esta banda, fuerte y aplanada, es en realidad una continuación del tendón del cuádriceps femoral. Se extiende desde el vértice de la patela hasta la tuberosidad tibial. Se le unen, medialmente, el retináculo patelar medial; y lateralmente, el retináculo patelar lateral. Esto es lo que veríamos si retiramos el ligamento patelar y todos los músculos. Los retináculos están formados por expansiones aponeuróticas de los músculos vasto medial y lateral, que recubren la fascia profunda. Lateralmente, tenemos al ligamento colateral fibular, también llamado ligamento colateral lateral. El ligamento colateral fibular es un ligamento fuerte, parecido a una cuerda, que se extiende desde el epicóndilo lateral del fémur hasta la cabeza fibular; y está separado de la cápsula articular.
En el aspecto medial de la rodilla, encontramos al ligamento colateral tibial,también llamado ligamento colateral medial. El ligamento colateral tibial también es fuerte y plano, pero un poco más débil que su homólogo lateral, así que es más susceptible al daño. Se extiende desde el epicóndilo medial del fémur hasta el cóndilo medial tibial y superficie proximal medial tibial. De hecho, se continúa con la cápsula articular, y en su punto medio, sus fibras más profundas se fijan firmemente al menisco medial. Estas fibras profundas, que unen el fémur y tibia con el menisco medial, forman dos ligamentos más pequeños también conocidos como ligamento meniscofemoral medial, que podemos ver aquí; y el ligamento meniscotibial medial justo abajo. En cuanto a su función, ambos ligamentos colaterales limitan el movimiento lateral excesivo. Continuemos con la superficie posterior de la articulación y empecemos con el ligamento poplíteo oblicuo. Es una expansión recurrente del tendón del músculo semimembranoso. Recurrente, quiere decir que en lugar de descender distalmente desde la inserción del semimembranoso en el aspecto posterior del cóndilo medial tibial, este viaja superior y lateralmente. Además, cruza de manera oblicua la fosa intercondílea y se inserta en el cóndilo lateral del fémur; donde se mezcla con la parte central de la cápsula articular posterior, y su función principal es darle soporte adicional a la cápsula.
Otro ligamento que fortalece la cápsula articular posterior y lateral es el ligamento poplíteo arcuato. Este es un ligamento en forma de “Y”, lo que significa que se origina como una sola banda y luego se separa en dos. La parte medial pasa por encima del tendón del músculo poplíteo de manera superior y medial, y se mezcla con la cápsula posterior y ligamento poplíteo oblicuo. La parte lateral pasa sobre la articulación de la rodilla y se inserta en la cápsula, cerca de la cabeza lateral del gastrocnemio, más o menos por el cóndilo femoral lateral. Les tengo un dato curioso. El ligamento poplíteo arcuato se encuentra en solo un sesenta y cinco por ciento de las personas. Usualmente está ausente cuando encontramos en el músculo gastrocnemio un pequeño huesecillo llamado fabela, el cual fortalece la cápsula y de esta manera hace que el ligamento poplíteo arcuato sea innecesario. Ya vimos cómo la articulación de la rodilla se asegura en su exterior. Pero eso no explica cómo una articulación tan inestable es capaz de mantenerse intacta soportando tanto peso y aún así lograr su rango de movimiento. Pues lo que realmente asegura todo en su lugar, son los ligamentos internos. Veamos cuáles son. Los más importantes, y probablemente los más conocidos, son los ligamentos cruzados. Estos dos ligamentos fuertes, el ligamento cruzado anterior y posterior, se cruzan cerca al centro articular de la rodilla. Este cruce es lo que les dá el nombre. Empecemos con el anterior. El ligamento cruzado anterior, se origina en el área intercondílea anterior de la tibia y asciende de manera posterolateral dentro de la articulación, para insertarse en la porción posteromedial del cóndilo lateral del fémur. Cuando la rodilla está extendida, el ligamento cruzado anterior está bajo tensión, lo que previene una hiperextensión. El ligamento cruzado posterior tiene la función contraria, está bajo tensión cuando la rodilla está flexionada. Esto lo logra ya que se origina en el área intercondílea posterior de la tibia y se inserta en la superficie lateral del cóndilo medial del fémur. De hecho, es el más fuerte de los dos ligamentos y previene la hiperflexión de la rodilla. Juntos, estos ligamentos evitan que el fémur y la tibia se deslicen generando una luxación. Sin importar en qué posición se encuentre la rodilla, siempre habrá uno o ambos ligamentos tensionados, asegurando que la articulación esté estable en todo momento. Además, tienen un rol en la rotación de la articulación. En la rotación medial, los ligamentos se envuelven entre ellos; mientras que en la rotación externa, se encuentran paralelos. Curiosamente, estos ligamentos están contenidos en la cápsula fibrosa articular, pero no dentro de la membrana sinovial.
Las siguientes estructuras no son técnicamente ligamentos, pero reposan dentro de la articulación de la rodilla, y son importantísimas para el movimiento. Te presento a los meniscos. Los meniscos son estructuras fibrocartilaginosas semilunares, que se encuentran en las superficies articulares de la tibia. Sirven para ampliar y profundizar el área de articulación entre los cóndilos femorales y las superficies articulares de la tibia. Son más gruesos hacia sus bordes externos, y se hacen más delgados a medida que entramos a la articulación para crear dos hendiduras redondas y recibir a los cóndilos femorales. De esta manera, el peso es distribuido sobre un área mucho más grande de las superficies articulares de la tibia. Ellos también estabilizan y amortiguan la articulación en los extremos del rango de movimiento. El menisco medial es casi un semicírculo y cubre un área ligeramente menor que su homólogo lateral. Su cuerno anterior se adhiere al área intercondílea anterior de la tibia. El cuerno posterior se fija al área intercondílea posterior de la tibia, y sus fibras son continuas con el ligamento transverso de la rodilla, cuando está presente. En su periferia, se une a la cápsula fibrosa articular y a las fibras profundas del ligamento colateral tibial, lo que permite muy poco movimiento del menisco. El menisco lateral cubre un área mayor y es más circular. Su cuerno anterior se adhiere frente a la eminencia intercondílea, posterolateral al origen del ligamento cruzado anterior. Hasta cierto punto, las fibras del cuerno anterior y del ligamento cruzado anterior se mezclan. El cuerno posterior se adhiere posterior a la misma eminencia, anterior al cuerno posterior del menisco medial. Frecuentemente, el cuerno posterior está fijado por dos ligamentos meniscofemorales; y lateralmente por las fibras del tendón poplíteo, que controla la movilidad del menisco. Nos topamos con algunos ligamentos extraños mientras hablábamos de los meniscos, así que mencionémoslos. Empecemos con el ligamento transverso de la rodilla. Este conecta el cuerno anterior del menisco medial al margen anterior del menisco lateral, y los mantiene en su lugar durante la extensión. Lo peculiar de este ligamento, es que su grosor varía, y en ocasiones está ausente por completo.
Continuando, las siguientes estructuras son los ligamentos meniscofemorales. Ellos conectan el cuerno posterior del menisco lateral a la zona lateral o interna del cóndilo medial del fémur. El ligamento meniscofemoral anterior pasa anterior al ligamento cruzado posterior; mientras que el ligamento meniscofemoral posterior pasa posterior a este, y se inserta cerca a su punto de inserción. Ahora que hemos revisado los movimientos que puede hacer la rodilla, y sus ligamentos que la soportan; es hora de continuar con las estructuras que hacen posible el movimiento y brindan soporte adicional, los músculos. Vayamos directamente a los músculos que extienden la articulación. El extensor principal es el músculo cuádriceps femoral con sus cuatro cabezas. El recto femoral, vasto intermedio, vasto medial, y el vasto lateral; con un poco de asistencia de parte del tensor de la fascia lata. Continuando con los flexores de la articulación, tenemos a los músculos posteriores del muslo, o isquiotibiales, como los flexores principales. Este grupo de músculos incluye el semitendinoso; semimembranoso, que también asiste con la rotación interna de la rodilla, y el bíceps femoral. Todos los músculos posteriores del muslo se contraen para extender la cadera y flexionar la rodilla. Los flexores débiles de la rodilla son el grácil, el sartorio, y el gastrocnemio. Además, los músculos grácil y sartorio, contribuyen débilmente a la rotación medial de la articulación. El músculo tensor de la fascia lata también ayuda a flexionar más la rodilla cuando ya está flexionada por lo menos veinte grados; y a realizar rotación externa junto con el bíceps femoral.
Existe un músculo adicional llamado el músculo poplíteo, del cual quiero hablar un poco más porque tiene un trabajo muy importante. Cuando la rodilla se encuentra en extensión máxima, el fémur hace una pequeña rotación interna llamada rotación terminal, lo que indica que la articulación está bloqueada. Esto hace que todo el miembro inferior sea una estructura sólida, lista para soportar peso; y también, que los músculos puedan relajarse un poco sin que la extremidad colapse. Sin embargo, esto es un problema cuando necesitamos flexionar nuevamente. Es aquí donde entra en juego el músculo poplíteo. Cuando la rodilla está bloqueada en extensión, las inserciones del músculo poplíteo le permiten rotar el fémur lateralmente en la tibia, de esta manera desbloquearlo y realizar la flexión. Cuando la articulación ya está flexionada, el poplíteo puede rotar medialmente la tibia contra el fémur, y también actúa como un flexor débil.
Volvamos a nuestro corte sagital para terminar. Hablemos sobre las bursas y cuerpos adiposos que rodean la articulación de la rodilla. Te estarás preguntando por qué no empezamos con esto; y es porque frecuentemente las bursas y cuerpos adiposos se llaman según sus estructuras vecinas o cercanas, así que quería que conociéramos estas antes, para evitar cualquier confusión. Empecemos identificando algunas estructuras que hayamos conocido con nuestro corte sagital.
Aquí tenemos al músculo cuádriceps femoral, el extensor principal de la rodilla; y aquí a su tendón, y puedes ver como se continua por las superficies de la patela para convertirse en el ligamento patelar. Justo aquí tenemos al tendón del gastrocnemio y aquí al menisco lateral. Ahora sí, empecemos con los cuerpos adiposos. Aquí en verde, podemos ver a uno de las dos principales de esta articulación, llamado cuerpo adiposo infrapatelar; convenientemente llamado según su ubicación, justo por debajo de la patela. También denominados según su ubicación, se encuentran los cuerpos adiposos suprapatelares. El primero es el cuerpo adiposo suprapatelar anterior, también conocido como cuerpo adiposo del cuádriceps ya que está adyacente al tendón del cuádriceps femoral. El segundo es el cuerpo adiposo suprapatelar posterior, también conocido como cuerpo adiposo pre-femoral, ya que está adyacente al fémur. Estos cuerpos adiposos, al igual que todo en el cuerpo, tienen su propia función. Sirven como reservorio de células para la reparación de los tendones y ligamentos, y células relacionadas a la respuesta inflamatoria. Las bursas de la rodilla son ligeramente más complejas. Son al menos doce las que rodean la articulación de la rodilla, pero solamente mencionaremos las más importantes. Para refrescarles un poco la memoria, las bursas son bolsas llenas de líquido sinovial que rodean una articulación para crear amortiguación entre la articulación y estructuras que la rodean, por ejemplo, los tendones musculares. La estructura que ven resaltada en verde es la bursa suprapatelar, situada justo por encima de la patela, entre el fémur y el tendón del cuádriceps. La siguiente es la bursa infrapatelar profunda, que se encuentra entre el ligamento patelar y la tibia, como pueden ver aquí.
Ahora, si tenemos una bursa profunda infrapatelar... ¡correcto!, debemos tener una superficial también, la bursa subcutánea infrapatelar. Pueden ver que reposa entre el ligamento patelar y la piel, haciéndola una estructura bastante superficial. También encontramos una bursa justo en la superficie anterior de la patela, llamada bursa subcutánea prepatelar. Por posterior, tenemos una bursa medial y una lateral entre el tendón del gastrocnemio y el fémur que se llaman bursas medial y lateral subtendinosas del músculo gastrocnemio, un nombre que se explica por sí mismo. Por lateral, tenemos a la bursa poplítea entre el músculo poplíteo y el cóndilo lateral de la tibia. Hacia medial, encontrarás la bursa semimembranosa entre el músculo semimembranoso y los tendones del gastrocnemio, y finalmente, la bursa anserina. La bursa anserina se localiza entre la pata de ganso y la tibia medial. Algunas bursas son en realidad continuas con la cavidad sinovial, lo que quiere decir que una infección en una de las bursas, especialmente en la gran bursa suprapatelar, puede extenderse a la articulación de la rodilla.
Ya casi terminamos con la anatomía macroscópica de este tutorial, pero para que tengas una imagen completa, quiero explicarlte rápidamente el suministro vascular y la inervación de la rodilla. En el modelo tradicional, la irrigación de la articulación viene de muchas pequeñas arterias que forman la red articular, o anastomótica, de la rodilla. La palabra anastomosis, quiere decir que dos arterias se unen. Las dos arterias principales son la arteria poplítea, que provee seis arterias de la rodilla, que pueden ver en la pantalla; y la arteria femoral. Existen pequeñas contribuciones de las arterias tibial recurrente anterior y la circunfleja fibular. Sin embargo, es importante saber que este modelo ha sido desafiado y se ha sugerido que no es una representación precisa del verdadero suministro sanguíneo y es realmente mucho más variable. Pero no entremos en detalle. La inervación es muy fácil de aprender porque los nervios se llaman según los huesos. Esto significa que la mayoría de los nervios vienen de las ramas articulares de los nervios femoral, tibial, y fibular común; al igual que del safeno y obturador. La estructura que ven resaltada es el nervio tibial.
¡Muy bien! Hemos terminado con la anatomía macroscópica. Continuemos con lo más emocionante, las correlaciones clínicas.
En cuanto al trauma, quiero mencionar la rotura del ligamento cruzado anterior, una de las lesiones más comunes. Generalmente, la mayoría de lesiones ocurre por movimientos no fisiológicos de la articulación; en otras palabras, cuando la rodilla se mueve como no debería. Las lesiones de ligamentos cruzados ocurren luego de un cambio abrupto de dirección, como la rotación o presión excesiva en la articulación; por ejemplo, al caer mal de un salto.
La rotura del ligamento cruzado posterior también ocurre, pero no es tan común, y es importante considerar que el trauma de los ligamentos cruzados rara vez ocurre solo. Usualmente también se verá afectado uno de los ligamentos colaterales o la cápsula articular. Es muy interesante la manera de evaluar los ligamentos cruzados. El médico flexionará la rodilla afectada del paciente y tratará de desplazar la tibia hacia anterior (lo que es comúnmente conocido test de cajón anterior) o posterior. Movimiento posterior excesivo indica rotura del ligamento cruzado posterior mientras que movimiento anterior excesivo sugiere un ligamento cruzado anterior roto.
¡Con esto hemos terminado el tutorial! Pero rápidamente repasemos lo que aprendimos antes de despedirnos.
Empezamos con el fémur distal, la tibia proximal, la patela, y un montón de reparos óseos importantes para la rodilla. Vimos el interior de la articulación desde un corte sagital, y esto nos permitió entender que la rodilla es una articulación compuesta, que consta de las articulaciones patelofemoral y tibiofemoral. También echamos un vistazo a los elementos que contribuyen a la articulación sinovial de la rodilla. Repasamos la cápsula fibrosa articular y los ligamentos que ayudan a estabilizar esta articulación generalmente inestable, aprendimos que los ligamentos extracapsulares más importantes son los ligamentos colaterales fibular y tibial; y el ligamento patelar. Los dos ligamentos intracapsulares principales son los ligamentos cruzados anterior y posterior. También conocimos los meniscos medial y lateral, que proveen una mejor distribución de peso y estabilidad en la superficie articular tibial. Continuamos con los músculos, que son otros grandes contribuyentes a la estabilización de la rodilla, y son, por supuesto, los responsables del movimiento de la articulación. Aprendimos que el cuádriceps femoral es el extensor principal; y los músculos semitendinoso, semimembranoso y bíceps femoral son los flexores principales. También vimos que la articulación de la rodilla es capaz de realizar un pequeño grado de rotación medial y lateral; y que el músculo poplíteo desbloquea la articulación cuando se encuentra en extensión máxima para permitir la flexión. Volvimos al corte sagital para explorar los cuerpos adiposos y bursas alrededor de la articulación de la rodilla, que contribuyen a la amortiguación y reducción de fricción entre los tendones, la piel y los huesos. Vimos que algunas bursas se encuentran continuas al espacio sinovial, Por lo que una infección de alguna de ellas puede transmitirse a la articulación. Finalmente, hablamos un poco acerca de la irrigación e inervación de la rodilla; y terminamos con algunas correlaciones clínicas importantes, en especial en relación a las lesiones ligamentarias.
¡Eso es todo! Gracias por acompañarme hasta el final de este tutorial. ¡Hasta la próxima y feliz estudio!