Arteria basilar
La arteria basilar es un vaso relativamente grande, que se ubica en la fosa craneal posterior. Es el principal vaso sanguíneo que forma la llamada circulación posterior del encéfalo.
Este es uno de los dos circuitos arteriales (el otro siendo la circulación anterior) que entrega más del 15% del gasto cardíaco total al tejido cerebral. Esta alta demanda de sangre oxigenada se basa en las diversas funciones fisiológicas que el encéfalo ejecuta a diario. La oclusión de la arteria basilar puede ocasionar problemas tales como dificultades del habla, alteraciones visuales, parálisis de los nervios craneales y alteraciones de la conciencia.
Este artículo estudia la anatomía de la arteria basilar, además del trayecto de sus ramas. También incluye información clínica sobre las lesiones de la arteria basilar.
Origen | Unión de las arterias vertebrales a nivel de la unión bulbopontina |
Trayecto | A lo largo del surco basilar, en la cara ventral del puente en la cisterna pontina |
Terminación | Se bifurca formando las arterias cerebrales posteriores pareadas |
Ramas | Arteria cerebelar inferior anterior Arteria laberíntica Arteria cerebelar superior |
Ramas
La arteria basilar es un vaso grande que asciende a lo largo de la cara ventral del puente. Se origina en la línea media, en la unión bulbopontina, a partir de la fusión de las arterias vertebrales. A continuación, el vaso se desplaza por un surco relativamente poco profundo del puente, conocido como surco basilar, dentro de la cisterna pontina. La mitad inferior del clivus del hueso occipital es ventral a la arteria basilar. Por consiguiente, se denomina porción basilar del hueso occipital.
A lo largo de su recorrido, la arteria basilar da origen a cinco ramas principales. Éstas son:
-
Arteria cerebelar inferior anterior.
- Arteria laberíntica.
- Arteria cerebelar superior.
- Arteria pontina.
- Arterias centrales posteromediales.
El vaso termina en la bifurcación donde surgen las arterias cerebrales posteriores pareadas, que contribuyen al círculo arterial cerebral (de Willis).
Arteria cerebelar inferior anterior (AICA)
La arteria cerebelar inferior anterior nace de la porción proximal de la arteria basilar y es uno de los 3 pares de arterias que irrigan el cerebelo. Está relacionada ventralmente con los nervios abducens (VI par craneal), facial (VII par craneal) y vestibulococlear (VIII par craneal). El vaso sigue un trayecto posterolateral para irrigar la cara inferior del cerebelo. También se anastomosa con la arteria cerebelar inferior posterior, una rama de la arteria vertebral.
El territorio del cerebelo, irrigado por la arteria cerebelar inferior anterior, depende de la dominancia de la arteria cerebelar inferior posterior (una rama de la arteria vertebral). Sin embargo, el vaso irriga la cara anteroinferior y el flóculo del cerebelo, el pedúnculo cerebeloso medio y la parte inferolateral del puente. En ocasiones, los vasos también pueden llegar hasta la porción proximal del bulbo raquídeo, para irrigar esta parte del tronco encefálico.
Arteria cerebelar superior
Antes de que la arteria basilar se divida en sus ramas terminales, da lugar a la arteria cerebelar superior. Este vaso emerge en dirección lateral, caudal al nervio oculomotor (III par craneal). Rodea los pedúnculos cerebrales y pasa por debajo del nervio troclear (IV par craneal). Finalmente, accede a la cara superior del cerebelo, al que irriga junto con la tela coroidea del tercer ventrículo, la glándula pineal, el puente y el velo medular superior. También forma una anastomosis con derivaciones de las arterias cerebelares inferiores.
La función de la arteria cerebelar superior es irrigar la cara superior del cerebelo. También origina ramas sin denominación para otras áreas cercanas. Estas áreas incluyen:
- Puente
- Velo medular superior
- Glándula pineal
- Tela coroidea del tercer ventrículo
Ramas pequeñas
Ocasionalmente, una delgada arteria laberíntica nace de la arteria basilar. En algunos casos, este vaso también se origina en las arterias cerebelares superior, cerebelar inferior posterior o cerebelar inferior anterior. Junto con el VII y el VIII par craneal, esta arteria atraviesa el conducto auditivo interno para irrigar el oído interno.
La arteria basilar también emite numerosas arterias pontinas desde su cara lateral (bilateralmente), así como arterias centrales posteromediales (paramedianas) desde la bifurcación distal. Estos vasos penetran en el puente para proporcionarle irrigación arterial.
Arterias cerebrales posteriores
La arteria basilar se bifurca detrás del dorso de la silla del hueso esfenoides para formar las dos arterias cerebrales posteriores. Transcurren por encima de la arteria cerebelar superior, que es más pequeña, y están separadas de esta por el III par craneal. Las arterias continúan en un curso lateral hacia el mesencéfalo (adyacente al IV par craneal).
A lo largo de su recorrido, se unen con la arteria comunicante posterior para completar el círculo arterial cerebral (de Willis). Posteriormente, rodean los pedúnculos cerebrales en dirección a la cara tentorial del cerebro. Aquí, dan origen a pequeñas ramas terminales que irrigan los lóbulos occipital y temporal.
Círculo arterial cerebral (de Willis)
Existe una importante comunicación entre el doble suministro arterial del encéfalo. La arteria comunicante anterior proporciona comunicación entre las arterias cerebrales anteriores contralaterales. La arteria comunicante posterior forma un puente entre cada arteria carótida interna ipsilateral y la arteria cerebral posterior.
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La estructura completa se conoce como círculo arterial cerebral o Círculo de Willis. Rodea el quiasma óptico y el infundíbulo, ya que descansa dentro de las cisternas quiasmática e interpeduncular. Inicialmente, se creyó que la anastomosis circular proporcionaba una ruta alternativa para el flujo sanguíneo en caso de oclusión vascular. Aunque esta teoría sigue siendo válida, existen otros conceptos que sugieren que el lecho vascular también puede servir como sistema de alivio de la presión, acomodando el aumento de flujo sanguíneo en casos de presión intracraneal elevada.
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Correlaciones clínicas
Accidente cerebrovascular (ictus)
Clínicamente, la hipoperfusión prolongada puede ser resultado de un accidente cerebrovascular (ictus). Puede deberse a un proceso isquémico (luego de un émbolo de coágulo sanguíneo o un trombo) o hemorrágico (tras la rotura de un vaso debido a un traumatismo, una hipertensión crónica no controlada, o una malformación arteriovenosa). La manifestación de los síntomas depende de los vasos lesionados y de la región del cerebro que irrigan. Los accidentes cerebrovasculares basilares son poco frecuentes, pero pueden deberse a la rotura de un aneurisma basilar o a la oclusión de una arteria basilar.
Aneurisma de la arteria basilar
Un aneurisma cerebral es una dilatación anormal de la pared de un vaso sanguíneo que afecta a sus tres capas musculares. Suelen producirse en zonas donde las paredes arteriales son delgadas o débiles. El círculo arterial cerebral es el lugar más común de formación de aneurismas, siendo la arteria cerebral media el vaso más frecuentemente afectado. Aunque es raro ver un aneurisma de la arteria del tronco basilar (un aneurisma que se produce distal a la formación y proximal al origen de la arteria cerebelar superior), este aún puede producirse. La manifestación clínica de los aneurismas cerebrales depende de:
- las estructuras adyacentes,
- si está rota o no,
- las estructuras suministradas por el vaso en cuestión.
La rotura de un aneurisma basilar puede presentarse como una hemorragia subaracnoidea o como un accidente cerebrovascular hemorrágico. Los síntomas experimentados serán similares a los observados en la disfunción cerebelosa (ataxia, disdiadococinesia, vómitos, arritmias cardiacas, etc.). Si el aneurisma no se rompe pero es de tamaño relativamente grande, puede provocar la compresión de los nervios cercanos. Esto puede dar lugar a déficits focales relacionados con la zona del cerebro afectada. Por ejemplo, si el aneurisma comprime el nervio facial (VII par craneal), el paciente puede sufrir parálisis del nervio facial, lo que provoca hemiparesia facial (debilidad de los músculos de la expresión facial en la mitad de la cara).
Oclusión de la arteria basilar
Un trombo es un coágulo que se forma en el interior de un vaso sanguíneo y obstruye el flujo de sangre a través de su luz. Estos coágulos pueden causar problemas localmente en el lugar donde se originan, o pueden desprenderse y migrar hasta ocluir vasos sanguíneos distales. Este último proceso se conoce como embolia. Con respecto a la arteria basilar, la trombosis u oclusión de este vaso se asocia a un pronóstico muy malo. Algunas personas presentan una trombosis de inicio agudo, mientras que otras tienen un curso más gradual e indolente. Con el tiempo, los pacientes experimentan dificultad para hablar (disartria), alteraciones visuales (diplopía, cambios pupilares), náuseas y vómitos, vértigo (mareos), parálisis de los nervios craneales y alteraciones de la conciencia.
La mejoría en los resultados de estos pacientes está asociada con la detección precoz (mediante resonancia magnética o tomografía computarizada) y con el tratamiento temprano (trombólisis o trombectomía) para restablecer el flujo sanguíneo a las zonas afectadas.
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